-
Vinilomania
-

¿Suenan mejor los discos de vinilo?

Por
Ignacio Galindo

Esta es una pregunta que, desde la aparición del CD, ha generado un debate eterno entre los puristas amantes del sonido analógico y los defensores de la revolución digital. Una auténtica lucha de credos que nunca tendrá un ganador por una sencilla razón: sobre gustos no hay nada escrito, y nadie está por encima de nadie para opinar sobre algo tan subjetivo como la música, ni sobre la forma de escucharla.

Ahora parece que, con la nueva revolución del vinilo, muchos argumentan que han optado por este formato porque ofrece mayor calidad, algo que es una verdad a medias. Nosotros vamos a mojarnos, y aunque recomendamos el vinilo, también hablaremos de los puntos positivos que, en nuestra opinión, tiene el sonido digital. Para ello, desmontemos el primer mito.

¿En vinilo se escucha más fuerte la música?

No tiene por qué ser así, es más, tampoco es un buen síntoma que un disco suene más fuerte que otro. El volumen no tiene nada que ver con la calidad del sonido. Actualmente vivimos una crisis de calidad musical, precisamente debido a la percepción errónea de la gente en este sentido, causada por un fenómeno que muchos han denominado "la guerra del volumen".

Para explicarlo, tendremos que hablar de algunos conceptos básicos del sonido, aunque no nos pondremos demasiado técnicos para que sea fácil de entender. El sonido se transmite por medio de ondas, y estas se miden de dos formas:

  1. Según su amplitud o potencia, que se relaciona con lo que concebimos como volumen, y se mide en decibelios (dB).
  2. Según su amplitud tonal, es decir, la frecuencia de vibración del sonido, que determina si es más agudo o grave, y se mide en hercios (Hz).

Existe un concepto imprescindible para entender cómo percibimos la música: el rango dinámico del sonido. Este se refiere a la diferencia entre el sonido más bajo y el más alto que podemos percibir. En términos audibles para los humanos, el rango dinámico suele oscilar entre 0 dB y 120 dB. Sin embargo, en una habitación insonorizada, el nivel mínimo de silencio suele rondar los 20 dB, y la mayoría de las personas experimentan molestias al escuchar sonidos superiores a 100 dB.

Desde los inicios de la industria musical, el objetivo siempre ha sido crear un formato con el mayor rango dinámico posible, capaz de capturar una franja perceptiva más amplia para ofrecer una mayor sensación de realismo. Por ejemplo, la música en directo tiene un rango dinámico de entre 100 y 120 dB. En cambio, el vinilo tiene un rango dinámico de 65 dB, mientras que el CD alcanza 96 dB. Esto es lo que confirman la mayoría de los estudios científicos publicados.

Ahora pasemos al concepto de la "guerra del volumen".

¿Por qué, entonces, tenemos la percepción de que el vinilo suena mejor? En primer lugar, debemos considerar si el vinilo se grabó respetando los masters originales o si fue simplemente una materialización de estos. Esto es crucial porque la denominada "guerra del volumen" ha arruinado el rango dinámico de la música que escuchamos.

La industria musical, por razones de puro marketing, ha incrementado progresivamente el volumen de las grabaciones, comprimiéndolas y aumentando la ganancia de los sonidos más bajos para lograr que la música tenga el mayor volumen posible. Esta estrategia se basa en la idea de que las personas suelen valorar más la música que suena más fuerte.

Para que esto sea más claro, lo mejor es visualizarlo. Por ello, les compartimos un gráfico o, en este caso, un gif.

En la imagen podéis ver el rango dinámico de cuatro versiones de una misma canción, “Something” de los Beatles. Observamos cómo la materialización moderna empobrece notablemente el rango dinámico, perdiendo gran parte de los sonidos más bajos (cuidado, bajos no significa graves). Además, los sonidos más tenues se intensifican mediante una compresión digital, lo que empobrece la calidad del sonido.

En lo referente a cómo la digitalización de la música interfiere en la calidad del sonido, debemos abordar otro concepto relacionado con los hercios, es decir, el tono del sonido. En teoría, el vinilo, como formato, no tiene la capacidad de capturar frecuencias de sonido muy altas ni muy bajas. Este defecto no afecta a todos los formatos analógicos: las cintas magnéticas, por ejemplo, utilizadas para realizar las grabaciones originales, tienen una capacidad de captura mucho mayor.

Por otro lado, siempre se ha dicho que el formato digital tiene la virtud de reproducir frecuencias más amplias, incluso ultrasonidos. Sin embargo, Chris Tham, para la web audioholics.com, desmontó este mito mediante comparaciones de diferentes grabaciones de una canción en distintos formatos.

Sorprendentemente, aunque el vinilo tiene menos capacidad para capturar frecuencias extremas, ofrece un rango dinámico mayor (como consecuencia de la guerra del volumen). Sin embargo, al no poder reproducir ultrasonidos, el vinilo puede distorsionar el sonido en frecuencias muy altas y también en las muy bajas. Tham también descubrió importantes limitaciones de la música digitalizada, derivadas de las técnicas utilizadas para eliminar el ruido de fondo en algunas grabaciones, lo que "capaba" la grabación original. Además, demostró que los sonidos agudos que eran suaves en la grabación original se intensificaban en las versiones modernas mediante métodos digitales.

Un defecto convertido en virtud

Geoff Emerick, quien fue ingeniero de sonido de los Beatles, explicaba este concepto de manera brillante en su libro “El sonido de los Beatles”, donde relata la vida en el estudio del cuarteto de Liverpool. En él, describe la verdadera tortura que sufría el equipo de estudio durante la creación del máster del disco. Eran muy conscientes de las limitaciones auditivas del vinilo y ecualizaban el sonido de las grabaciones con sumo cuidado para que no se perdiera nada de la grabación original.

Por ejemplo, Emerick cuenta que, al final de la canción “A Day in the Life”, el grupo pidió incluir un ultrasonido. Aunque efectivamente se grabó, el vinilo nunca llegó a reproducirlo; fue en la versión más reciente, digitalizada, donde finalmente pudo escucharse.

Parece ser que lo que amamos del sonido del vinilo es, en gran parte, la ecualización y la mezcla que se deben realizar para que la música se adapte correctamente a este formato. También influyen aspectos como su supuesta distorsión, no digital, de los sonidos graves (como los bombos y bajos) y la ausencia de frecuencias altas. Por eso, muchos melómanos amantes del vinilo consideramos que las grabaciones digitales suelen sonar más estridentes o chirriantes.

Otros factores

Debemos tener en cuenta que no todos los formatos digitales son iguales. Existen errores asociados a dos factores principales: el jitter (relacionado con la lectura y reproducción) y la frecuencia de muestreo (relacionada con la grabación).

Jitter

Se denomina así a un tipo de modificación digital del sonido analógico, que implica un cambio en su frecuencia y su tiempo. Este defecto del sonido digital se hace más evidente cuando la frecuencia de muestreo es baja. Está relacionado con el hecho de que el código binario que contiene la información no se reproduce de manera continua, sino por partes. No se interpreta a la vez que se escucha, a diferencia de un tocadiscos, donde la aguja lee el surco del disco en tiempo real. En el caso del lector de CD, este interpreta un código binario inscrito en el disco.

Frecuencia de muestreo

Este concepto es mucho más sencillo de lo que parece. La frecuencia de muestreo se refiere al número de muestras por unidad de tiempo que se toma de una señal para convertirla en un formato digital. En teoría, a partir de 40.000 muestras por segundo se obtiene una digitalización decente. Por ejemplo, el CD tiene una frecuencia de 44.100 muestras por segundo, mientras que el DVD y el Blu-ray pueden alcanzar frecuencias de hasta 192.400 muestras por segundo.

Otro factor importante es el tamaño de la muestra, que puede ser de 8, 16 o 32 bits, y también influye directamente en la calidad del sonido digital.

La primera imagen muestra las muescas microscópicas de un CD, que contiene un código binario, en la imagen de la izquierda se muestra un surco de un disco de vinilo

Estas dos características del sonido digital son las razones por las que se le puede considerar frío y poco vivo. El formato analógico, por su parte, muestra el sonido tal cual, aunque no puede captar todas las frecuencias. Las que logra captar, las reproduce con exactitud y sin modificaciones.

En el caso del sonido digital, las modificaciones son menores cuanto mayor sea la frecuencia de muestreo de la grabación y, obviamente, cuanto menor sea la compresión digital aplicada. Existen múltiples formatos digitales, algunos con mayor capacidad de información y que comprimen menos, como el WAV o el FLAC, y otros que tienen un menor peso, pero comprimen mucho más, como el archienemigo de la música: el MP3.

No todo lo que nos da lo digital es malo

La mayoría de los defectos atribuidos a la música digital tienen que ver con la guerra del volumen, un fenómeno que también afecta a los discos editados en vinilo recientemente. Por esta razón, resulta totalmente injusto atacar al formato digital basándose únicamente en este argumento.

El formato digital, gracias sobre todo a las nuevas tecnologías de grabación, ofrece muchas ventajas. En las grabaciones antiguas era común que ciertos sonidos se confundieran o se solaparan al mezclarse en la misma pista. Sin embargo, en los discos con masterización más reciente, es posible distinguir con mayor claridad los instrumentos. Esto sin mencionar todas las ventajas prácticas del formato digital, como su portabilidad y el poco espacio físico que ocupa.

Recientemente, a raíz de la polémica generada por la guerra del volumen, el músico Neil Young presentó un nuevo aparato reproductor portátil llamado PONO, que reproduce archivos con un muestreo de 192.000 Hz. Además, mostró muchos discos de su colección en formato digital, los cuales respetaban un rango dinámico rico y variable.