En 1979 el director británico Ridley Scott apostó por una historia sobre siete tripulantes en una nave espacial, llegando a un planeta deshabitado y donde encuentran a una de las criatura más terroríficas y devastadoras que han pasado por las pantallas de cine. Era Alien: el octavo pasajero. Una película elegante y bella, al mismo tiempo que terrorífica gracias a una realización y dirección de arte magistral.
Luego tomó el testigo James Cameron con Aliens, segunda parte de la saga, y donde el autor norteamericano desechó la idea de poner un sólo elemento amenazador y cargar la pantalla de esos Xenomorfos crueles y asesinos. Digamos que la película no aportó nada más a lo que Scott propuso, sino que cambió las reglas del juego. Eso sí, una de las cosas más destacables de esa secuela fue la banda sonora de James Horner, con una composición atmosférica que llegó a estar nominada a los premios Oscars.
El caso es que el pasado 26 de abril la empresa Mondo lanzó una edición especial en vinilo de esta magnífica música compuesta para el largometraje en cuestión. Horner dirige a la Filarmónica de Londres para obtener un sonido limpio, con melodías clásicas ligadas a metales y violines, a la vez que interpone fragmentos donde la percusión y los tonos bajos crean atmósfera y espacios más oscuros. Pero en esta edición no sólo destacan la partitura de uno de los compositores cinematográficos más afamados de la segunda mitad del siglo XX, sino una edición donde el acetato toma una importancia mayúscula por su estética.
Vinilos con líquido verde en su interior. Una rareza que hace honor a la sangre que corría por aquellas criaturas que perseguían a Siguorney Waver. Mondo, la empresa norteamericana que ha tenido la idea de lanzar esta serie de discos, sólo ha puesto a disposición de los coleccionistas 75 copias. Un número escaso, que desapareció de manera fulminante el pasado 26 de abril -fecha en la que se celebra el Alien Day, festividad creada por los fanáticos de la saga-, y el motivo de un número tan bajo de producción es debido a que estas piezas repartidas no dejan de ser obras de artesanía.
Curtis Godino fue seleccionado para esa curiosa empresa. El joven artista residente en Brooklyn tiene una trayectoria peculiar, en la que ha realizado diferentes trabajos mediante la inclusión de liquido coloreado dentro de discos de vinilos -pero en su caso el fin era construir espectáculos de luces-. De esta manera, se le ha concedido la potestad de llevar a cabo esta maravillosa edición de lujo de una película tan importante en los 80 como Aliens.
¿Pero que es lo que ha ocurrido con este lanzamiento en cuanto a compra y venta se refiere? Pues lo de siempre, que la mayoría de los individuos que han obtenido un disco de esta tirada no lo han hecho con la intención de disfrutarlo, sino de inflar su precio para una posible postventa.
En el día de su salida, el disco estaba valorado en 225 $. Horas después los mismos ejemplares estaban a un precio aproximado de 600 y 700$. Una pena que a muchos no se les preste a disfrutar de la música y la belleza de una buena edición por unos pocos interesados que sólo piensan en lo económico. Pero para quien quiera quitarse la espina clavada, Mondo continúa realizando magníficas ediciones, entre ellas la de la banda sonora del spin-off de Alien, Prometheus. Además, dentro de tres años se cumple el 40 aniversario de una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia. Quien sabe que sorpresa nos tienen preparada para los amantes de la aguja y el acetato.