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La burbuja del vinilo

Por
Ignacio Galindo

Es extraño pensar que no hace tanto los discos de vinilo eran artículos totalmente desfasados y pasados de moda, cuando ahora representan la última esperanza de la industria musical por mantener el formato físico de ventas. En los últimos cinco años sus ventas han subido exponencialmente, tanto que actualmente representa el formato con más ganancias sólo por detrás de la música streaming. Según los datos de venta de la asociación Promusicae, en el último año se vendieron en España 260.000 discos frente a los 15.000 de 2005; un incremento del 1.633 %. Comprobando los historiales de ventas de webs como Todocolección, Ebay o Milanuncios, podemos ver que un disco de vinilo estándar de segunda mano, hace 6 años tenía un precio medio de cinco euros y ahora ha subido hasta veinte, lo que significa que ha multiplicado por cuatro su valor.

Lo que empezó siendo un fenómeno de minorías recientemente ha tomado un cariz diferente. La prestigiosa empresa inglesa Official Charts Company, desde hace poco menos de un año, contabiliza el número de ventas de los discos de vinilo, aunque los que lideran su lista suelen ser reediciones de álbumes clásicos y artistas undergroung.

Por otro lado, la prestigiosa agencia Nielsen Music ha sido la encargada de contabilizar las ventas semanales en Estados Unidos tratándose de un artista de gusto mayoritario, Taylor Swift, quien lidera la lista en este caso. Esto sin duda es positivo, porque evidencia la transformación de una compra de minorías a  un gusto popular. Aunque pueda que a los coleccionistas de toda la vida este último dato les sepa agrio, lo cierto es que no existe noticia más positiva para los amantes del vinilo, porque la única posibilidad que tiene un artículo de moda en perpetuar su venta es si se convierte en un artículo de gusto popular y conquista a nuevas generaciones de coleccionistas.

Nielsen Music, además, ha desvelado que las ventas  en este último formato han aumentado en Norteamérica hasta un 38,4%, alrededor de 5,6 millones de vinilos. Otro dato que evidencia que el aumento de consumo de este artículo  no es un fenómeno exclusivo de unos pocos países, sino algo global.

¿Cuál ha sido la estrategia que ha tomado la industria para afrontar esta paradoja del mercado?

Todo apunta a que esta tendencia comercial tiene poco de prefabricado en sus inicios, no es producto de una estrategia comercial, es un fenómeno espontaneo motivado por la cultura vintage. Esta teoría explicaría en cierto modo, que haya tardado tanto el volumen de producción en igualar al de la demanda. Hecho que explica el incremento desproporcionado en los precios y también que se haya creado  una especie de burbuja de la industria musical.

Un disco de vinilo nuevo tiene un precio muy superior a su valor de producción y los discos de segunda mano adquieren un precio desorbitado, e incluso hay gente que ve en este tipo de productos una inversión: todas las características de la formación de una burbuja comercial. Su valor se desvirtúa y va en incremento a riesgo de romperse de manera abrupta.

La industria europea, lejos de intentar normalizar la situación, se aprovechan de ella. Podrían vender más con precios más razonables pero sus beneficios serían menores. Por eso aprovechan mientras pueden y ponen precios abusivos que van en aumento. Los grandes perjudicados son las pequeñas tiendas de discos que no pueden hacer frente a la inversión que conlleva un pedido importante de discos nuevos y buscan más la venta de segunda mano.

¿Cómo es el fenómeno del vinilo en cada país?

Como pasa con otros productos, los países se dividen en dos: exportadores y compradores. España por ejemplo es un país comprador porque en él no se fabrican discos de vinilo desde los noventa, todas sus fabricas cerraron. En cambio, países como Republica Checa son más exportadores que vendedores, de hecho la gran parte de los discos de vinilo de Europa se fabrican allí, sobretodo en discográficas pequeñas.  En Alemania, como en casi todo en el viejo continente, se crean las reglas. En este país se fabrican los discos de todas las grandes compañías, una producción enorme que para muchos es excesiva, nosotros nos hicimos eco de esta situación hace tiempo.

Lo curioso es que para las grandes compañías es mucho más económico fabricar los discos aunque disponen de grandes medios, porque tienen una cadena de producción más centralizada. Se masteriza y se prensa en el mismo sitio. En cambio las fábricas de la República Checa también dan la opción de masterizar ellos mismos, pero sin acabado profesional.

América es otro mundo.  Por una parte en Estados Unidos nunca se dejaron de hacer discos, la fábricas perdieron su valor pero cambiaron de dueño y sus actuales les estan sacando mucho partido. La moda es utilizar prensas de los 60 y 70, que se creían desfasadas y la calidad de los discos es superior a la del resto del mundo.  En países latinoamericanos el precio del vinilo suele estar acorde con el precio que los usuarios pueden pagar. En Chile y en Argentina el fenómeno del vinilo ha sido enorme y ha provocado incluso que se creen empresas de prensado. El caso de Venezuela es curioso, porque según sus propios usuarios, los precios de sus discos se disparan cuando los exportan a otros países, esto se debe principalmente al cambio de valor de su moneda y a la extrañeza de sus discos, ya que cuentan con ediciones únicas.

¿Cómo sobreviven las pequeñas tiendas?

La mayoría reconoce que con el boom del vinilo no han ganado sino que se han mantenido. Lo que han perdido con la caída del CD lo han ganado con las ventas de discos de vinilo, para ellos el beneficio es el mismo independientemente del formato que vendan. También han reconocido una crisis generada por las ventas online de discos, mediante páginas como discogs o amazon que les quitan mercado. Muchos han solventado esta situación haciendo ellos mismos compras al por mayor por internet y revendiendo los discos después de una restauración por el doble de su precio.

¿Cómo terminará todo?

Todo hace pensar que está condenado a una normalización, no a un estancamiento y una bajada total del valor en el mercado, pero sí a que se produzca una reducción de los precios a un 30 o 20 por ciento. Por otro lado la producción se irá igualando poco a poco a la demanda. La opción de que el público deje en seco de comprar discos de vinilo sería poco probable, principalmente porque para la mayoría sería desaprovechar una inversión. La pena de esta situación es que la estrategia por parte de la industria ejemplifica todo lo que no se debería de hacer si quieres atraer público hacia un producto. Están forzando a que el número de compradores de vinilo nunca crezca y que sean siempre los mismos compradores, los únicos que están dispuestos a pagar sus precios.