El coleccionista cinematográfico anda perdido tras la caída del DVD, buscando algún fetiche que atesore su fanatismo por una película. A diferencia de lo que ocurre con la música, para el cine no existe un formato vintage de calidad que satisfaga actualmente esta necesidad. Entre los objetos valorados por este tipo de coleccionistas están los elementos de atrezzo de las películas o su merchandising (pósteres, camisetas, muñecos, etc.), pero nadie paga grandes cantidades de dinero por una copia de la cinta en VHS, ya que parece una opción poco viable. Existe la posibilidad de coleccionar cintas de 35 mm o Super 16 de películas antiguas, pero ¿quién tiene un proyector para ellas?
En este punto es donde entran los vinilos de bandas sonoras. Poseer una edición atractiva de un disco con la música de una película que amas puede ser algo muy deseado. Además, el hecho de que sea en vinilo, un formato de calidad y belleza, aumenta su valor.
Desde Viniloadictos hemos visto con especial interés este fenómeno del coleccionismo y hemos decidido hacer una serie de especiales relatando algunas curiosidades que hemos encontrado acerca de algunas bandas sonoras. Para esta primera parte, hablaremos de tres casos singulares de ediciones muy buscadas en vinilo de músicas de películas.
Hemos hablado repetidas veces de discos que se revalorizaron mucho tiempo después de su edición, no por haber sido muy vendidos, sino, por el contrario, por haber pasado desapercibidos y, más tarde, gracias a la perspectiva que otorga el tiempo, ser valorados en su justa medida. Sin embargo, en el caso de esta banda sonora, el fenómeno que ha generado dentro del coleccionismo es tan inusual como sorprendente.
En los años setenta, el éxito de la banda sonora de El graduado, interpretada por Simon & Garfunkel, puso de moda el uso de cantautores folk para la música de las películas. En la mayoría de los casos, esta elección no se hizo con demasiado criterio. Pero en la película Harold and Maude, fue un acierto emplear al joven cantautor Cat Stevens para este trabajo. En aquel momento, el músico atravesaba uno de los periodos más inspirados de su carrera y compuso algunas de sus mejores canciones para la película, además de incluir una selección de parte de su mejor material previamente editado.
Cuando Harold and Maude se estrenó por primera vez, ni sus actores ni su director eran famosos, y Cat Stevens era prácticamente desconocido en Estados Unidos. La película pasó sin pena ni gloria, y la banda sonora no se editó ni en Inglaterra ni en Estados Unidos. Hoy en día, es considerada una película de culto y, para muchos, su película favorita. Su banda sonora, que incluye algunas de las mejores canciones de Cat Stevens, es ahora considerada una auténtica joya del coleccionismo.
La primera edición, una promoción japonesa, es casi imposible de conseguir. Además, una edición de coleccionista lanzada en 2007, con doble portada y un EP exclusivo, puede llegar a valer hasta 700 dólares en el mercado de segunda mano. Una auténtica locura, especialmente si se tiene en cuenta que formaba parte de una caja coleccionable que incluía material de merchandising de la película, ocho LPs en diferentes colores, dos picture discs y ocho EPs con todas las canciones. También existen veinte pruebas de prensado.
Los pocos afortunados que poseen esta caja no suelen desprenderse de ella, por lo que resulta difícil hablar de precios actuales.
A menudo ocurre que álbumes que eran tremendamente caros hace 20 años han perdido su valor con la llegada de la era digital. Este podría ser el caso de la primera banda sonora compuesta por Paul McCartney en solitario, The Family Way, cuando aún formaba parte de los Beatles. No es de extrañar que fuera un artículo cotizado, ya que todo lo que está vinculado a la estela de los Beatles puede alcanzar precios desorbitados. Sin embargo, muchos afirman que su alto precio fue resultado de un gran complot por parte de las tiendas de discos.
En realidad, esta banda sonora no se vendió muy bien en su momento, y su tirada fue considerablemente mayor de lo que demandaba el mercado. Con el paso del tiempo, se especuló mucho con ella, llegando a darse situaciones absurdas. Por ejemplo, una primera edición en España podía venderse a un precio veinte veces mayor que en una tienda de Holanda o Inglaterra. Incluso se llegó al extremo de que algunas tiendas se vieron obligadas a tirar ejemplares por no poder darles salida.
El desapego o la falta de interés que provocaba este disco quizás se debía a que era un álbum instrumental. Siempre se ha dicho que el peso compositivo del Beatle quedó eclipsado por el oficio del productor George Martin, a quien muchos consideran el verdadero autor del disco. ¿Cómo podía McCartney componer y dirigir a los músicos si no sabía escribir música? La versión oficial sostiene que él tatareaba las melodías y Martin las escribía, un sistema que, en la práctica, hacía que el productor aportara gran parte de su creatividad en los arreglos.
El disco fue lanzado al mercado por la discográfica Decca y se acreditó a George Martin and His Orchestra, aunque McCartney recibió varios premios por su labor compositiva. Esto llevó a que algunos se sintieran engañados, llegando incluso a pagar grandes sumas de dinero por reediciones. En la actualidad, una primera edición puede tener un valor considerable, aunque no es comparable al de cualquier otra primera edición relacionada con los Beatles.
Como recomendación, destaca la última edición del disco publicada en el Record Store Day (RSD), que, con sus 180 gramos, ofrece una calidad de sonido notable e imita el diseño original.
Sin duda, Hans Zimmer es uno de los compositores de bandas sonoras más relevantes de la actualidad. Su trabajo se caracteriza por crear envolventes atmósferas dramáticas mediante el uso combinado de la electrónica y los arreglos orquestales. Si muchos le apodan "el omnipresente Zimmer" por la cantidad de producciones en las que está relacionado, este apodo también podría aplicarse para describir su música. Nunca termina de apagarse ni de explotar del todo; siempre es un elemento de acompañamiento que no distrae al espectador, pero que lo guía para encontrar las sensaciones adecuadas.
Su obra es tanto alabada como criticada. Algunos lo tildan de ser un compositor repetitivo y efectista, pero lo que es indiscutible es la calidad técnica de su sonido. Para cada banda sonora, sorprende con innovadores procesos de grabación, jugando especialmente con las distintas frecuencias de audio para crear ambientes y reacciones únicas en el espectador. También se caracteriza por combinar arreglos orquestales grabados con grandes orquestas con sonidos de sintetizadores exclusivos y de altísima calidad.
No es de extrañar, entonces, que muchos de sus admiradores prefieran la calidad de audio que ofrece el vinilo de 180 gramos para disfrutar de los trabajos de Zimmer, pues consideran que solo así se puede apreciar plenamente su calidad sonora.
Además, son especialmente destacables las ediciones especiales lanzadas de sus últimos trabajos. El estreno de la banda sonora de Interstellar fue todo un evento para la discográfica Music on Vinyl de Sony. Prepararon una campaña de promoción que no tiene nada que envidiar a las que se realizan para anunciar reediciones de grupos clásicos del rock o superventas internacionales.
El disco destacaba por su prensado de calidad superior a la media, diseñado para preservar al máximo los matices de la masterización original de la película. Incluía, además, un libro de cuatro páginas que relataba los procesos de grabación y una portada desplegable, envuelta con una fina capa de PVC para protegerla y realzar su presentación.
Parece ser que su colaboración con el director Christopher Nolan es la más codiciada por los coleccionistas y la que cuenta con las ediciones más destacadas. Para la banda sonora de Inception, se lanzó una edición en vinilo transparente súper limitada, que ha alcanzado precios exorbitantes en el mercado de segunda mano. No se queda atrás la banda sonora de The Dark Knight, cuya primera edición en doble vinilo negro es igualmente escasa y altamente valorada.