Amenudo me bombardean con preguntas como: ¿por qué te gustan los vinilos? ¿suenan mejor en ese formato? ¿te merece la pena? ¿no son demasiado caros?
El caso es que todo empezó con el lado oscuro de la luna y además empezó como debe empezar un disco, por su portada. Esa portada de los creativos Hipgnosis, concretamente Storm Thorgerson fue el creador y se basó en la imagen que representa el fenómeno de la dispersión de la luz. En mi opinión, refleja y absorbe todo ese misticismo y magnetismo que rodea a la luna y explica el proceso de luminiscencia por el que se rige, con una imagen sencilla y geométrica, minimalista, perfecta para la portada de este disco.
Y es que, el sentido del disco como el de la imagen, está dotado de una dualidad en todo momento que representa tanto al hombre como a la luna. Un disco que te hace reflexionar y apreciar muchos matices vitales y sonoros.
Un álbum con diez exquisitas canciones que cumple su 43 aniversario y que lleva ya casi 500 versiones en varios formatos, que no envejece nada mal y que vaticinio que va a perdurar, porque The Dark Side of the Moon es atemporal y humanista, toda una experiencia para nuestros sentidos, un disco que merecidamente es reeditado y valorado por el grosso público porque nos identifica a todos sin excepciones, y esto es ya de por sí excepcional. Pink Floyd consigue la universalidad con este discazo y luego se reafirma con los siguientes, culminando con The Wall.
Actualmente hay muy buenas ediciones de The dark side of the moon a precios asequibles.
Os invito a reescucharlo en este día, su aniversario -en vinilo los más afortunados- y compartir vuestra experiencia, e insisto a haceros con uno a los pocos que no tengáis esta joya en vuestra colección, ahora hay buenas ediciones de The dark side of the moon a precios asequibles.
Quizás, el tiempo, el espacio y esas dos caras sean lo que me envuelve de un vinilo
porque todas estas cuestiones se perciben y se palpan cuando se escucha la música en vinilo y no se puede comparar con nada igual.
El sonido seguramente no sea el más limpio pero eso no lo hace peor, porque todo el ambiente influye al poner un disco igualmente que influyó al ser grabado y se establece una simbiosis única entre tu y el disco.
No solo merece la pena sino que es un privilegio y como tal, se paga, además siempre quedaran los discos abandonados u olvidados deseando ser rescatados por un valeroso coleccionista que le dé una segunda oportunidad y que con su ingenio construye, restaura, y cuida el altar donde vive y reproduce sus discos.