Su gigantesca colección supera los 7 millones de discos, una cantidad tan abrumadora que ni en una docena de vidas humanas podrían ser escuchados en su totalidad.Freitas almacena esta inmensa colección en un depósito de 25.000 metros cuadrados en São Paulo, donde un equipo completo de asistentes trabaja para catalogar cada disco. Su pasión por la música es inclusiva: no discrimina géneros y abarca desde rock and roll hasta polca. En su almacén se encuentran verdaderas joyas musicales junto a ediciones sin apenas valor. Su fascinación se hizo mundialmente conocida cuando, el año pasado, adquirió una colección de tres millones de discos de un antiguo dueño de una tienda de música en Pittsburgh.
Desde entonces, Zero Freitas ha captado la atención global. Más que por la calidad, su colección destaca por la cantidad. Él mismo ha declarado que su objetivo es ambicioso: reunir todos los discos del planeta. No en vano, es el coleccionista que más paga y compra discos en el mundo.
La pasión de Freitas por la música comenzó en su adolescencia, inspirado por la colección de discos de su padre. Su primer disco fue de Roberto Carlos, el célebre cantante brasileño. Sin embargo, esta afición creció rápidamente cuando terminó la universidad y asumió el liderazgo de la empresa familiar de autobuses, convirtiéndola en un negocio multimillonario.
Tras su divorcio, Freitas encontró menos barreras para expandir su colección. Desde entonces, ha dedicado gran parte de su tiempo y fortuna a comprar colecciones completas de otros amantes de la música, consolidando su estatus como el mayor coleccionista de discos del mundo.
Aunque algunos ven su obsesión como un fetichismo compulsivo y banal, otros destacan el impacto cultural de su labor. Su colección incluye grabaciones consideradas perdidas y materiales que perdieron relevancia con el cambio de lo analógico a lo digital. Freitas ha salvaguardado música que, de no ser por él, habría desaparecido para siempre.
Con 63 años, muchos se preguntan qué pasará con esta monumental discoteca tras su fallecimiento. Es posible que done su colección a un museo o una institución nacional dedicada a la música, asegurando que este invaluable patrimonio nunca se pierda.
La historia de Zero Freitas es un recordatorio de cómo la pasión, incluso en su forma más extrema, puede convertirse en un legado cultural. Este millonario brasileño no solo colecciona discos: preserva fragmentos de la historia musical para futuras generaciones.